Madre, los que viven en las nubes me gritan: «Mira, jugamos desde nuestro despertar hasta que se muere el día; jugamos con el amanecer de oro y con la luna de plata». Yo les pregunto: «Pero ¿Cómo subiré hasta donde están ustedes?» Y me contestan: «Llega hasta el borde de la tierra, alza las manos al cielo y las nubes te levantarán.» «Mi madre está esperando en casa,» -digo yo.
«¿Como dejarla y subir?» Y ellos se sonríen y pasan flotando. Pero yo sé un juego más bonito que ése, madre. Mira; yo seré una nube y tú seras mi luna. Te taparé con mis manos y nuestro techo será el cielo azul.
Los que viven en las olas me gritan: «Cantamos desde el alba hasta la noche; viajamos, más y más allá siempre y no sabemos por dónde pasamos». Yo les pregunto: «Pero ¿como podré unirme a ustedes?» Y me responden: «Ven a la orilla de esta playa, cierra los ojos, espera, y te llevarán las olas». Les digo: «Mi madre no quiere nunca que salga de noche. ¿Como voy a ir?» Y ellos se sonríen y pasan danzando…
Pero yo sé un juego mejor que ése, madre. Yo seré la ola y tú serás una playa desconocida. Llegaré rodando, y romperé, riéndome, en tu falda, y nadie sabrá en el mundo dónde estamos tú y yo.
Cuento rescatado de: LECTURAS CLÁSICAS PARA NIÑOS. SEP-UNAM. México. 1984.
Una joyita de libro, se encuentra disponible en Cafeleería para su pronta lectura.