La búsqueda de la fecalidad

Antonin Artaud Poeta, dramaturgo, ensayista, director de teatro, actor francés y cinematográfico, cuyas teorías y trabajos influyeron en el desarrollo del teatro experimental. Nacido el 4 de Septiembre de 1896 en Marsella, desde muy pequeño presentó cambios  de comportamiento que motivaron su reclusión en sanatorios mentales en diversas ocasiones, en 1920 se radicó en París y publicó los primeros versos bajo el título«Trictac del ciel» en 1924 a raíz de su amistad con André Breton,  asumió el cargo de director de la oficina de investigaciones surrealistas, alternando su trabajo con la escritura de ensayos, guiones de películas y su  sobresaliente obra poética «El ombligo de los limbos». En el año de 1936, su interés por la cultura solar lo llevó a convivir meses con los indios Tarahumaras en México establecidos en la Sierra Madre, entre ellos conoció los ritos del «peyotl» (planta que provoca maravillosas alucinaciones) que lo impresionaron profundamente…

En 1937 volvió a Francia y casi inmediatamente partió para Irlanda, en Dublín hizo crisis su mal mental durante el viaje de regreso tuvo un acceso de enajenación en el barco, por lo que al desembarcar fue internado en distintos asilos para enfermos mentales, recobró la libertad en 1946, y se le organizó entonces un memorable homenaje por parte del Surrealismo, el 13 de enero de 1947, al que concurrió Breton.  Después de varios años de reclusión psiquiátrica, publicó en 1947 el ensayo «Van Gogh le suicidé de la Société», galardonado al año siguiente con el Prix Saint-Beuve.  Murió en marzo de 1948 en el asilo de Ivry-sur-Seine. 

La obra de Artaud es inclasificable. No existen pautas para definirla. 

LA BÚSQUEDA DE LA FECALIDAD 

Allí donde huele a mierda
huele a ser.
El hombre hubiera podido muy bien no cagar, 
no abrir el bolsillo anal,
pero eligió cagar
como hubiera elegido vivir
en vez de aceptar vivir muerto.

Para no hacer caca,
tendría que haber consentido
no ser,
sin embargo, no se decidió a perder
                                                                                 el ser,
es decir, a morir viviendo.

Hay en la existencia
algo particularmente tentador
                                                                                             para el hombre
y ese algo es
LA CACA
(aquí, rugido)
Para existir basta con dejarse ser, 
pero para vivir
hay que ser alguien,
hay que tener un HUESO,
hay que atreverse a mostrar el hueso 
y a olvidar el alimento.

El hombre prefirió más la carne

que la tierra de los huesos.
Como no había más que tierra y bosque 
                                                                             de huesos 
tuvo que ganarse su alimento,
no había mierda
sólo hierro y fuego,
y el hombre tuvo miedo de perder la mierda 
o más bien deseó la mierda
y para eso, sacrificó la sangre.
Para tener mierda,
es decir carne,
donde sólo había sangre
y chatarra de osamentas,
donde no tenía nada que ganar
y sí algo que perder: la vida.

      o reche modo
 to edire
         de za
                         tau dari
                                              do padera coco

Entonces, el hombre se replegó y huyó.

Lo devoraron los gusanos.

No fue una violación,
Se prestó a la obscena comida. 
Le encontró sabor,
aprendió por sí mismo
a hacerse el tonto
y a comer carroña
delicadamente.

Pero, ¿de dónde procede, esa despreciable abyección?

De que el mundo no está ordenado todavía,
o de que el hombre sólo tiene una pequeña idea 
                                                                                              del mundo

y quiere conservarla eternamente. 

Proviene de que, un buen día, 
el hombre
detuvo 
                                                 la idea del mundo. 

Se le ofrecían dos caminos: 
el infinito exterior,
el ínfimo interior.
y eligió el ínfimo interior, 
donde sólo hay que estrujar

el bazo
la lengua
el ano
o el glande.

Y dios, dios mismo aceleró el
                                                                           movimiento.

Dios ¿es un ser?
Si lo es, es la mierda. 
Si no lo es
no existe.
O bien sólo existe 
como el vacío que avanza con todas
                                                                                           sus formas
y cuya representación más perfecta
es la marcha de un grupo incalculable de
                                                                                             ladillas.

¿Está usted loco, señor Artaud, y la misa?»

Reniego del bautismo y de la misa. 
No hay acto humano
que, en el plano erótico interno, 
sea más pernicioso que el descenso 
del supuesto Jesucristo

a los altares.
No me creerán
y desde aquí veo cómo el público se encoge de hombros 
pero el llamado Cristo es quien
frente a la ladilla-dios
aceptó vivir sin cuerpo
mientras un ejército de hombres,
descendiendo de la cruz
a la que Dios creía haberlos clavado desde hacía mucho, 
se rebeló
y ahora esos hombres
armados con hierro,
sangre,
fuego y osamentas
avanzan, denostando al invisible
para terminar de una vez con el JUICIO DE DIOS.

+. http://www.valladolidwebmusical.org/disckreto/textos/artaud/antoninartaud.htm & http://amediavoz.com/artaud.htm