Árbol de Diana

Para que las palabras no basten es preciso alguna muerte en el corazón. La luz del lenguaje me cubre como una música, imagen mordida por los perros del desconsuelo, y el invierno sube por mí como la enamorada del muro. Cuando espero dejar de esperar, sucede tu caída dentro de mí. Ya no soy más que un adentro.

Pizarnik, En el infierno musical, 1971. 

Árbol de Diana de Alejandra Pizarnik. (Quím.): cristalización verbal por amalgama de insomnio pasional y lucidez meridiana en una disolución de realidad sometida a las más altas temperaturas. El producto no contiene una sola partícula de mentira. (Bot.): El árbol de Diana es transparente y no da sombra. Tiene luz propia, centelleante y breve. Nace en las tierras resecas de América. La hostilidad del clima, la inclemecia de los discursos y la gritería, la opacidad general de las especies pensantes, sus vecinas, por un fenómeno de compensación bien conocido, estimulan las propiedades luminosas de esta planta. No tiene raíces; el tallo es un cono de luz ligeramente obsesiva; las hojas son pequeñas, cubiertas por cuatro o cinco líneas de escritura fosforescente, peciolo elegante y agresivo, márgenes dentadas; las flores son diáfanas, separadas las femeninas de las masculinas, las primeras axilares, casi sonámbulas y solitarias, las segundas en espigas, espoletas y, más raras veces, púas. (Mit. y Etnogr.): los antiguos creían que el arco de la diosa era una rama desgajada del árbol de Diana. La cicatriz del tronco era considerada como el sexo (femenino) del cosmos. Quizá se trata de una higuera mítica (la savia de las ramas tiernas es lechosa, lunar). El mito alude posiblemente a un sacrificio por desmembración: un adolescente (¿hombre o mujer?) era descuartizado cada luna nueva, para estimular la reproducción de las imágenes en la boca de la profetisa (arquetipo de la unión de los mundos inferiores y superiores). El árbol de Diana es uno de los atributos masculinos de la deidad femenina. Algunos ven en esto una confirmación suplementaria del origen hermafrodita de la materia gris y, acaso, de todas las materias; otros deducen que es un caso de expropiación de la sustancia masculina solar: el rito sería sólo una ceremonia de mutilación mágica del rayo primordial. En el estado actual de nuestros conocimientos es imposible decidirse por cualquiera de estas dos hipótesis. Señalemos, sin embargo, que los participantes comían después carbones incandescentes, costumbre que perdura hasta nuestros días. (Blas.): escudo de armas parlantes. (Fís.): durante mucho tiempo se negó la realidad física del árbol de Diana. En efecto, debido a su extraordinaria transparencia, pocos pueden verlo. Soledad, concentración y un afinamiento general de la sensibilidad son requisitos indispensables para la visión. Algunas personas, con reputación de inteligencia, se quejan de que, a pesar de su preparación, no ven nada. Para disipar su error, basta recordar que el árbol de Diana no es un cuerpo que se pueda ver: es un objeto (animado) que nos deja ver más allá, un instrumento natural de visión. Por lo demás, una pequeña prueba de crítica experimental desvanecerá, efectiva y definitivamente, los prejuicios de la ilustración contemporánea: colocado frente al sol, el árbol de Diana refleja sus rayos y los reúne en un foco central llamado poema, que produce un calor luminoso capaz de quemar, fundir y hasta volatilizar a los incrédulos. Se recomienda esta prueba a los críticos literarios de nuestra lengua.

 Prologo – Árbol de Diana, Octavio Paz, París, Abril de 1962

∞, y: 

– A la del ínfimo cariño malnutrido, golpeo duro el Mar & la costa, ahora sobrevive en soledad,‹des‹t‹errante› –  

∞ 

ÁRBOL DE DIANA (BUENOS AIRES, 1962) 

He dado el salto de mí al alba. 
He dejado mi cuerpo junto a la luz 
y he cantado la tristeza de lo que nace. 

Éstas son las versiones que nos propone: 
un agujero, una pared que tiembla… 

sólo la sed 
el silencio 
ningún encuentro 

cuídate de mí amor mío 
cuídate de la silenciosa en el desierto 
de la viajera con el vaso vacío 
y de la sombra de su sombra.

4 

Ahora bien: 
Quién dejará de hundir su mano en busca del 
tributo para la pequeña olvidada. El frío pagará. 
Pagará el viento. La lluvia pagará. Pagará el 
trueno. 

a Aurora & Julio Cortázar 

por un minuto de vida breve 
única de ojos abiertos 
por un minuto de ver 
en el cerebro flores pequeñas 
danzando como palabras en la boca de un mudo. 

ella se desnuda en el paraíso 
de su memoria 
ella desconoce el feroz destino 
de sus visiones 
ella tiene miedo de no saber nombrar 
lo que no existe. 

Salta con la camisa en llamas 
de estrella a estrella, 
de sombra en sombra. 
Muere de muerte lejana 
la que ama al viento. 

8 

Memoria iluminada, galería donde vaga 
la sombra de lo que espero. No es verdad 
que vendrá. No es verdad que no vendrá. 

Estos huesos brillando en la noche, 
estas palabras como piedras preciosas 
en la garganta viva de un pájaro petrificado, 
este verde muy amado, 
este lila caliente, 
este corazón sólo misterioso. 

10 

un viento débil 
lleno de rostros doblados 
que recorto en forma de objetos que amar.

 

11 

ahora 
en esta hora inocente 
yo y la que fui nos sentamos 
en el umbral de mi mirada.

 

12 

no más las dulces metamorfosis de una niña de seda 
sonámbula ahora en la cornisa de niebla 

su despertar de mano respirando 
de flor que se abre al viento.

 

13 

explicar con palabras de este mundo 
que partió de mí un barco llevándome.

 

14 

El poema que no digo, 
el que no merezco. 
Miedo de ser dos 
camino del espejo: 
alguien en mí dormido 
me come y me bebe. 

15 

Extraño desacostumbrarme 
de la hora en que nací. 
Extraño no ejercer más 
oficio de recién llegada. 

16 

Has construido tu casa 
has emplumado tus pájaros 
has golpeado al viento 
con tus propios huesos 

has terminado sola 
lo que nadie comenzó. 

17 

Días en que una palabra lejana se apodera de 
mí. Voy por esos días sonámbula y 
transparente. La hermosa autómata se canta, se encanta, 
se cuenta casos y cosas: nido de hilos rígidos 
donde me danzo y me lloro en mis numerosos funerales. (Ella es 
su espejo incendiado, su espera en hogueras frías, su 
elemento místico, su fornicación de nombres 
creciendo solos en la noche pálida).

 

18 

Como un poema enterado 
del silencio de las cosas 
hablas para no verme.

 

19 

cuando vea los ojos 
que tengo en los míos tatuados.

 

20 

Dice que no sabe del miedo de la muerte del amor 
dice que tiene miedo de la muerte del amor 
dice que el amor es muerte es miedo 
dice que la muerte es miedo es amor 
dice que no sabe 

a Laure Bataillon 

21 

He nacido tanto 
y doblemente sufrido 
en la memoria de aquí y de allá.

 

22 

En la noche 

un espejo para la pequeña muerta 

un espejo de cenizas. 

23 

Una mirada desde la alcantarilla 
puede ser una visión del mundo 

la rebelión consiste en mirar una rosa 
hasta pulverizarse los ojos.

 

24 

(Dibujo de Wols) 

estos hilos aprisionan a las sombras 
y las obligan a rendir cuentas del silencio 
estos hilos unen la mirada al sollozo.

 

25 

(exposición Goya) 

un agujero en la noche 
súbitamente invadido por un ángel.

 

26 

(un dibujo de Klee) 

cuando el palacio de la noche 
encienda su hermosura 
pulsaremos los espejos 
hasta que nuestros rostros canten como ídolos.

 

27 

un golpe del alba en las flores 
me abandona ebria de nada y de luz lila 
ebria de inmovilidad y de certeza.

 

28 

te alejas de los nombres 
que hilan el silencio de las cosas.

 

29 

Aquí vivimos con una mano en la garganta. Que 
nada es posible ya lo sabían los que inventaban 
lluvias y tejían palabras con el tormento de la 
ausencia. Por eso en sus plegarias había un 
sonido de manos enamoradas de la niebla. 

a André Pieyre de Mandiargues 

30 

en el invierno fabuloso 
la endecha de las alas en la lluvia 
en la memoria del agua dedos de niebla.

 

31 

Es un cerrar los ojos y jurar no abrirlos. En 
tanto afuera se alimenten de relojes y de flores 
nacidas de la astucia. Pero con los ojos cerrados 
y un sufrimiento en verdad demasiado grande 
pulsamos los espejos hasta que las palabras 
olvidadas suenan mágicamente. 

32 

Zona de plagas donde la dormida come 
lentamente 
su corazón de medianoche. 

33 

alguna vez 
alguna vez tal vez 
me iré sin quedarme 
me iré como quien se va. 

a Ester Singer 

34 

la pequeña viajera 
moría explicando su muerte 

sabios animales nostálgicos 
visitaban su cuerpo caliente.

 

35 

Vida, mi vida, déjate caer, déjate doler, mi vida, 
déjate enlazar de fuego, de silencio ingenuo, de 
piedras verdes en la casa de la noche, déjate 
caer y doler, mi vida. 

36 

en la jaula del tiempo 
la dormida mira sus ojos solos 

el viento le trae 
la tenue respuesta de las hojas. 

a Alain Glass 

37 

más allá de cualquier zona prohibida 
hay un espejo para nuestra triste transparencia.

 

38 

Este canto arrepentido, vigía detrás de mis 
poemas:  este canto me desmiente, me amordaza. 

Alejandra Pizarnik se suicidó en septiembre de 1972.

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