Manual de urbanidad para jovencitas

A finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX era común ver un sin fin de tratados y edictos de buenas costumbres, urbanidad y sanidad, con los cuales las clases aristocráticas trataban de mantener sus modelos de vida. Es en este contexto que surge el MANUAL DE URBANIDAD PARA JOVENCITAS (Manuel de civilité pour les petites filles à l’usage des maisons d’éducation) Pierre Louys, un poeta y escritor francés que manifestaba amplia devoción por la obscenidad, las bellas artes y la inspiradora música de su amigo Debussy, amante de los versos eróticos y defensor de la homosexualidad, cortesano de lo amoral, escritor ilustre de lo escondido en los corpiños de la vergüenza.  Louys de manera inteligente, nos enseña a comportarnos: 

III

No cuelgue consoladores en la pila de agua bendita de su
cama. Esas cosas se guardan bajo la almohada.

II

No orine en el escalón más alto de la escalera para hacer una
cascada.

IX

No digas “Mi coño”, di “Mi corazón”
No digas “Tengo ganas de follar”, di “Estoy nerviosa”
No digas “Se corre como una yegua cuando mea”, di “Es una exaltada”
No digas “Es capaz de correrse tres veces seguidas”, di “Es todo un carácter”

I

Cuando use un plátano para divertirse sola o para hacer gozar
a la criada, no lo vuelva a poner en el frutero sin haberlo limpiado
cuidadosamente.

X

Si propone jugar a “muéstrame tu polla y veras mi culo”,
asegúrese de que los mayores no vigilan.

XI

Nunca masturbe a un chico en la ventana. Nunca se sabe sobre
quién puede caer eso.

XV

Si juega “a la puta” con algunos chicos, no pida prestadas
veinticinco ladillas a la hija del jardinero para hacerse un verdadero
coño de tirada.

VI

No humedezca su pulgar en la boca o en el coño para pasar las
páginas.

VIII

Es inútil que cite “follar” entre los principales verbos de la
primera conjugación: yo follo, yo follaba, que yo folle, follando,
follado. La conjugación de este verbo es interesante, pero le
regañarán más por conocerla que por ignorarla.

IX

Si la suma que le manden da 69, no se eche a reír como una
pequeña imbécil.

IV

El regalo más hermoso que puede hacer una jovencita es su
virginidad. Como la de delante sólo se puede dar una vez, dé en
cien ocasiones la de detrás y hará una centena de cortesías.

III

Para que la desfloren, tiéndase en mitad de la cama, quítese el
camisón o al menos súbaselo hasta las axilas, separe las piernas y
ábrase los labios del coño con las dos manos. Si el caballero prefiere
desvirgar su culito, ofrézcaselo inmediatamente: le corresponde a él
escoger el camino que le apetezca.

I

Tenga todos los amantes que quiera, pero no cuente a los
jóvenes lo que hace con lo viejos. Ni al contrario.

I

Nada más acostarse con una amiga, métale la mano en el coño;
no espere a que se lo pida.

X

No diga: “Es la mayor puta que hay sobre la tierra.” Diga: “Es
la mejor muchacha del mundo.”

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ilustraciones Pablo Gallo «El Libro del Voyeur»